lunes, 25 de enero de 2010

Karen's

La pizza comenzó como un plato lujoso en mi vida... solo se disfrutaba en los cumpleaños o alguna otra ocasión especial. En mi barrio abrió una que se llamaba Toket y me parecía increíble que la prepararan ahi mismo... por alguna razón pensé que era dificil (tengan en cuenta que tenía apenas 8 o 9 añitos) y me encantaba ver como se amasaba, luego le ponían los ingredientes, al horno y luego a la mesa.
Tiempo después abrieron las pizzerias de la calle y el terreno que dominaban los restaurantes pasó a ser competido por carritos de pizza, casi siempre mal hecha pero barata y llenadora.
Y así poco a poco la pizza perdió su encanto, precisamente por su omnipresencia. Y de repente... redescubrí la de los restaurantes. Poco a poco comenzamos a pedir en Pizza Hut, cuyos bordes de queso me parecían tan buena idea que había que probarla (y si, es buena idea). Luego saltamos a la sofisticación de Archie's, de la que espero hablar en el futuro y luego, por costos y relación llenura/precio 1969, otra de la que me ocuparé más adelante.
Una prima, bastante afecta a la cocina, trabajó en Karen's, restaurante originalmente de Cali y me quedó la inquietud de ir... hasta que por fin lo hice; sugerencia de mi hermana que me recomendó la famosa pizza con madurito (la de la foto es otra que nos almorzamos con Nikita).



Lo que me gustó de este restaurante es que contrataron gente para hacer las combinaciones entre vino y pizza y venden el vino por copa, asi que es muy sencillo (y económico) maridar cualquier pizza, lo cual resulta refrescante en un medio dominado por la deliciosa cerveza.

Ya he probado unos 4 sabores en otras tantas visitas y siempre he quedado con ganas de más, lo que habla bien de la preparación. Por ahora solo conozco la sede de la Calle 94 con 13 (más o menos). El ambiente es muy agradable y la arquitectura del restaurante lo hace ver muy amplio y lleno de luz. Es buen plan para un sábado con los amigos.

miércoles, 20 de enero de 2010

El irresistible olor de un durazno

Como me quedé sin cámara para seguir con el blog, he tenido que recurrir a la profesional, pero esa no la saco con tanta gana por el centro, asi que mientras me llega una nueva, me dedico a revisar fotos y me encuentro con esta:


Si, un sencillo durazno y viene a mi memoria una serie de recuerdos asociados a esta fruta. Primero porque es mi favorita, su solo color me parece bonito y la piel del durazno es, para qué negarlo, tan diferente de todas las demás. Con razón existe esa licencia poética sobre la piel de durazno para referirse a la piel de una mujer, no que sean tan iguales pero inspiran cierto cariño.
Segundo porque para mi, el olor de un durazno es irresistible, no sé que es lo que tanto me atrae pero me gusta oler y oler un buen tiempo mientras lo tengo en la mano, antes de darle siquiera un mordisco y aunque mis amigas me critiquen, el acto de oler la comida me parece muy gratificante... tal vez ellas creen que huelo para identificar si la comida está fresca o no, pero en realidad lo hago porque es un acto que llena los sentidos y crea fuertes vínculos en la memoria.
Por eso les doy un consejo: si están en medio de un evento de esos que hay que recordar por la felicidad que causa, traten de asociarlo a algún olor que tengan disponible en ese momento... un perfume, un dulce en especial, incluso el olor de alguna fruta y les aseguro que muchos años después, ante un olor muy similar llegaran esas sensaciones inesperadamente.
Finalmente debo decir que el durazno me gusta por su sabor, no es tan ácido ni dulce y sobretodo me parece refrescante y su textura al hincar los dientes no es ni agresiva ni suelta, es consistente y jugosa e inmediatamente invita a morder de nuevo... y como ya me antojé hasta aquí dejo y me voy por uno a la cocina.

jueves, 14 de enero de 2010

Jorgito

Cuando alguien habla de Argentina normalmente salen a relucir los alfajores y si, al menos en Buenos Aires se ven por todas partes, me atrevería a decir que es el postre nacional y cuando tuve la oportunidad de ir me dediqué al noble arte de la cata de alfajores.
Dicen que los más ricos son los Havanna, de hecho tienen tiendas propias hasta en el aeropuerto y son los que uno trae de recuerdo porque si son deliciosos y muy bien presentados.
Pero cuando he hablado con los colombianos que han vivido allá, estos suelen preferir otro: el Jorgito, que no es difícil de encontrar pero se nota que está orientado más al gusto local que al mercado internacional.



La verdad después de un tiempo noté que me atraía más un delicioso Jorgito que un Havanna. El que más me gusta es uno que viene como glaseado, la parte de galleta tiene una textura que se complementa con el dulce de leche, haciendo que cada mordisco se lleve una porción perfecta de las tres partes del alfajor.
Complementado con un café o un buen té, es un postre que merce disfrutarse lentamente, es casi una fiesta en el paladar y gracias a Diana que me trajo una caja, puedo recrear ese sabor a tarde de Buenos Aires unas pocas veces más.

jueves, 7 de enero de 2010

Procrastinando el placer...

Compré una botella de vino rosado en la viña de Hess en el Valle de Napa en septiembre de 2005 (aunque la cosecha era 2004) y me duró hasta 2009!!! Afortunadamente no le pasó nada y de hecho aún estaba delicioso cuando finalmente lo abrí porque si, porque los buenos momentos no siempre llegan sino que hay que crearlos y tenía la compañía perfecta para un muy buen vino. No que nunca se hubiera presentado la oportunidad... pero ¿qué pasó en ocasiones anteriores que no me viera tentado a abrir esa botella que descansaba deliciosamente en un rincón de la nevera?



Es por eso que parte de mis resoluciones del año es dejar de esperar el momento apropiado y disfrutar un montón de botellas (no solo vinos) que están guardadas en mi armario y que no he abierto porque me la paso procrastinando el placer.

Por ahora busco fecha para abrir un vino espumoso que compré apenas en septiembre pasado en Domaine Carneros nuevamente en el Valle de Napa... no voy a dejar que pasen 4 años para destaparla. Una buena fecha sería el 27 de febrero, dia del Open That Bottle Night
, sitio inspirado en procrastinadores como yo que quieren excusa para abrir "Esa Botella". La otra buena fecha la tengo en la mente... ojalá se den las cosas.



Mientras tanto... la botella sigue enfriándose y aguardando su inevitable destino.

lunes, 4 de enero de 2010

Carne, Arepa y Plátano

De los mismos creadores de la frijolada en Fuego Verde. Es sin duda uno de mis platos favoritos pues es consumido con sagrada religiosidad al menos una vez cada 15 dias, normalmente una cada 8, aunque me doy vacaciones por aquello de evitar la monotonía. El plato es sencillo: A una arepa antioqueña grande se le agrega mantequilla y queso, sobre esto descansa una carne asada tierna y al lado, justo al lado, un enorme platano con queso... qué más se le puede pedir a la vida? Ah claro, algo más balanceado... pero para eso acompañan esta delicia con ensalada, que no es la mejor del mundo pero hace sentir menos culpa por los carbohidratos ingeridos.



Ah y lo mejor es el precio. No debo recordar echarle bastante picante... o si?