domingo, 27 de febrero de 2011

Fornalla - A la caza del pato 2

En este largo recorrido gourmet se topa uno con joyas cada cierto tiempo. Uno pensaría que los buenos restaurantes quedan en las zonas más conocidas de la ciudad como la T o Usaquén o la zona G; pero eso es un mito como lo demuestra Fornalla.
Este restaurante queda nada menos que en Teusaquillo, barrio que gozara antaño de gran prestigio pero hoy pocas persona quieren vivir en casas tan grandes. Se prestan eso si para ser remodeladas y, como el caso de Fornalla (se pronuncia Fornala) o más bien su asociado Casanovas Boutique, convertirse en hoteles boutique.
No hablaré del hotel, que me pareció bonito pero si de la comida de este especial restaurante, con el cual tuvimos que hacer reserva con tiempo pero para el pato, que se agota con facilidad y cuya preparación requiere tiempo.
De entrada nos sorprendieron con un sabroso pan artesanal acompañado paté de la casa; lo despachamos rápidamente.
De plato fuerte obviamente la suprema de pato, que estaba como dice el menú: jugoso. Ya había dicho que este sabor es muy característico y con Fornalla me reitero en lo dicho, el pato es simplemente delicioso. De acompañamiento hubo dos guarniciones, un couscous y ensalada.
Miren ese delicioso cuero del pato, luce espectacular.
Para bañar los platos nada mejor que el vino de la casa, recomendado e importado por su propio chef, el cual lo atiende a uno personalmente, cosa que me gustó bastante. Fui entre semana y luego para trabajar da un poco de aprehensión volver medio entonado pero esa sensación del estómago lleno de delicias contrarresta cualquier preocupación.
De postre elegimos el plato degustación que trae tres de los innumerables postres de la carta y debo decir que todos estuvieron ricos, especialmente el parfait de chocolate. Tamaños perfectos, un postre debe ser la culminación del festín y como eramos 6...
No pedí espresso, asi que mi caza del espresso perfecto tendrá que esperar a la próxima vez que vaya y les aseguro que volveré... asi sea a su gastro-market, con muchas preparaciones para llevar a casa.
¿Y los precios? constaten ustedes mismos la carta. A mi me parece que por el servicio y la calidad de la comida son más que razonables. Y sin van, que les muestren los cuartos del hotel, si no viviera en Bogotá me hospedaría unos días que quiera descansar y comer bien y nada más.





sábado, 19 de febrero de 2011

Cocina Creativa

Este restaurante queda en La Candelaria, como quien va para el Externado desde la cuarta.
Es pequeño y tiene unas sillas bastante pesadas a pesar de lo delicadas que parecen. Me gusta venir cuando quiero algo diferente a los almuerzos tradicionales. La comida suele ser muy bien preparada y equilibrada.
Sirven los 3 tradicionales platos, sopa, plato fuerte y postre pero lo interesante es su tendencia a prepararlos de una forma novedosa. Además suelen añadir pan, que no sé si lo hacen allí pero es bastante sabroso.
También me gusta el enorme cuadro de un gato azul de Efraín Maya que cuelga en una de las pequeñas paredes del lugar.

Le da bastante estilo al lugar que de por sí tiene una decoración agradable, apenas para un almuerzo de entre semana relajante y diferente.

viernes, 11 de febrero de 2011

China Club - A la caza del pato 1

     Uno de esos platos con renombre es el Pato A La Naranja, que casi nadie que conozca ha probado pero que a todos les suena familiar (diga "quieren pato?" en una reunión y más de uno preguntará "a la naranja?")
     A mi esos bichos me parecen bonitos pero no por eso voy a dejar de comerlos; sin embargo probarlo es tarea complicada porque en Bogotá es muy poco ofrecido a pesar de la fama que tiene.
    Patito en la piscina de Monet en el zoológico de Denver
     Y tiene fama porque se supone que el sabor de la grasa de pato es uno de los más exquisitos o si no que lo diga Blumenthal, chef del mejor restaurante que existe: The Fat Duck.
     Mi primer contacto con el pato fue en una cena navideña y me quedó el recuerdo de un sabor muy definido, que si lo vuelvo a probar lo reconoceré como tal, como pato.
     Años después fui a China Club, en el Centro Comercial El Retiro y al curiosear la carta vi que un plato destacaba por su precio: el Pato Pekín, y decidí que bien valía la pena intentarlo.
     Bajo la mirada de Mao no solo reconocí aquel sabor de antaño sino que me pareció mucho más sabroso (influiría el  inflado precio?). Lo sirven con una salsa magnífica que resalta aún más el sabor, el cual permanece por largo rato. 
     Después de ese festín no tiene uno ganas de probar otra cosa y la verdad no recuerdo muy bien los demás platos aunque si recuerdo que salí satisfecho y con cara de felicidad por la buena comida.    
     No falta tampoco la búsqueda del espresso perfecto y el de China Club estuvo rico. Nótese el detalle en la decoración del postre, que era una torre de helados con galleta.
     Y como restaurante chino que se respete, dan galleta de la suerte y té al final de la comida. El té estaba delicioso y la galleta muy acertada.
     Más adelante les contaré de la segunda experiencia con tan noble animal.