viernes, 27 de mayo de 2011

Theca

Hay un video de Sidestepper, Deja,  que me gusta porque muestra esa Bogotá que conozco del día a día, su centro con calles no precisamente inmaculadas, ese dejo de soledad que transita por ellas muy temprano o los domingos y esas vistas que se ocultan por siempre estar de afán o tener en la mente la equívoca impresión de que el centro no tiene nada bueno.
Resulta que parte de este video es filmado en el edificio Camacho, donde ahora funciona Punto Theca: un interesante restaurante brasileño de carnes (rodizio que llaman) y que se beneficia por la singular vista que se tiene de la Jimenez desde los ventanales de este bonito lugar.
Punto Theca es atractivo desde su misma configuración, dado lo estrecho que es uno pensaría que no hay mayor capacidad, pero lo que no tienen en área lo aprovechan en altura, no sé si sea el único pero no he visto otro restaurante en Bogotá que cuente con 8 pisos. Claro que los 2 primeros no sé qué función tengan, pues uno llega normalmente al tercero, en ascensor o por la escalera, a la barra de autoservicio.
En esta barra es donde ocurren los problemas, normalmente a la hora del almuerzo la fila es larga y desalentadora, pero a diferencia de otras filas de restaurante, esta se mueve porque es precisamente para ir pidiendo lo que se desea.


Comienza con la barra de ensalada, que es más bien frugal pero con productos frescos; claro, se trata de comer carnes no ensalada y por lo tanto las opciones me parecen más bien adecuadas. Luego está el arroz en diversas preparaciones según el dia, blanco, con coco y la tradicional pega, que no es que se ofrezca en cualquier lado y suele estar muy buena.
Luego viene el acompañamiento, del cual suelo elegir los vegetales salteados porque suelen estar ricos y si hay, frijoles, que los hacen más bien al estilo brasil (y como no).


Lo mejor viene de último, cuando se llega a la parrilla y allí están todos esos cortes sobre el fuego que se ven tan provocativos. Morrillo, Punta, Cadera, Chunchullo, Costillas... en su punto perfecto para los diferentes gustos pues ahi mismo se puede ver si está término medio, bien asado o bien azul la carne. Es cortada en frente del comensal y dan ganas de probarla ahí. La calidad de esa jugosa carne es lo que me hace volver una y otra vez.
Se puede pedir una, dos, tres y hasta cuatro carnes distintas para el almuerzo en precios que van desde 18 hasta los 26 mil pesos. Si ya se quieren más carnes tal vez sea buena idea pagar el servicio de rodizio, en el cual seguirán trayendo carne hasta que el cliente se harte.
Puede parecer poca una sola servida, pero en mi experiencia suele ser suficiente y he llegado a pedir hasta tres carnes, como en la foto.
Para tomar ofrecen jugos y también hay café y postres que no he probado pero se supone que este restaurante es además café y su estilo le permite perfectamente ser visitado para tomar un vino mientras cae la tarde en la Jimenez.
Ahh, uno no tiene que llevar su bandeja a la mesa, para eso cuentan con un buen servicio de camareras que lo guían a uno y se encargan de llevar todo.
Si van lleven cámara, que como dije más arriba, la vista es única y se puede tomar la clásica foto del centro que lejos de resultar monótono me sigue ofreciendo gratas experiencias.

jueves, 19 de mayo de 2011

El Toro Manso


Pedir carnes en Bogotá ha dejado de ser frustrante, sobretodo después de probarlas en Argentina donde aprende uno lo que en verdad es la carne: tierna, jugosa, con la grasa distribuida para que desarrolle todo su sabor.
Caminando por la octava, antes de llegar al retén que esta carrera tiene para evitar el paso de vehículos por la Casa de Nariño, vi este discreto restaurante, con fotos que anuncian cortes clásicos argentinos.

Siempre he pensado que alrededor del Congreso y de Presidencia deben existir buenos restaurantes carnívoros porque en algún lado deben almorzar los honorables funcionarios con sus exorbitantes sueldos. Y no me equivoco: tenemos Patagonia, Via Buenos Aires (antes Café de Buenos Aires), Mi Viejo, Rescoldos y otros que ya reseñaré en su momento.
Del Toro Manso debo decir que tiene un ambiente agradable, porque además de restaurante está pensado como galería, así que los cuadros que se observan son en su mayoría originales (hay incluso un Manzur pero no lo identifiqué). La casa en la que funciona, restaurada pero conservando elementos originales, contribuye enormemente a darle un sentido de originalidad.
El menú es considerablemente más variado que en los otros restaurantes clásicos argentinos. Ofrecen cortes tanto internacionales (Angus) como nacionales. Yo me fui por una punta de anca nacional termino medio, que estaba jugosa y su carne tierna (aunque no tanto como debería ser).
La foto sin flash no le hace honor al corte que en realidad era más bonito de lo que aparece
Para acompañarla elegí el puré de papas, que estaba bien preparado y para acompañar todo una helada cerveza, pan y rico chimichurri, el cual me sorprendió gratamente porque si bien hemos mejorado en carnes, no lo hemos hecho en chimichurri.
No era un día para postre y café, así que la reseña queda incompleta, pero me atrevo a augurar que no decepcionan.
Con tanta competencia me pregunto cuánto tiempo permanecerán, sin embargo su estratégica localización le da cierta ventaja y es común ver que es bastante frecuentado. Los precios en promedio superan los $30.000 por plato, lo que convierten esta opción en el lugar ideal para un almuerzo formal, casi a la sombra de los centros de poder en la capital.



domingo, 8 de mayo de 2011

14 Inkas

En la universidad tenía un amigo que hablaba de su novia y los restaurantes a los que lo invitaba. Era una época en la que tenía que ahorrar para ir a Crepes y Waffles. El nos contaba que iban a restaurantes donde la comida era muy rica pero servían tan poca que le tocaba rematar con un perro caliente más tarde.
Para mi esa leyenda de restaurantes que sirven muy poco era eso, leyenda. Pensé que tal vez pedían entradas y por eso terminaban con hambre e irse de entradas es una opción válida sobretodo en la noche que para dormir bien toca no comer tanto.
Eso fue hasta que conocí 14 Inkas. Fui a almorzar a este restaurante peruano, que hace parte de esa enorme (y deliciosa) expansión que ha tenido este tipo de comida en Bogotá. Tiene un diseño muy bonito y el ambiente resulta agradable desde que uno entra. 
Para empezar pedimos jugos con un toque de pisco que estaban muy ricos, aunque yo pedí el Pisco Sour, una tradición que tengo con estos restaurantes como les contaré en otras reseñas y que estaba delicioso y entonador (pero va ganando el de Astrid y Gastón).
De entrada pedimos los dos piqueos mixtos, que consiste cada uno en cuatro selecciones de entrada, normalmente ceviches y que estaban buenísimos.
El vaso de jugo con toque de pisco, un imperdible y en primer plano los piqueos.
De plato fuerte pedí el famoso Ají de Gallina, sobre el cual mucha gente tiene reservas porque la gallina en Colombia suele ser un plato apto para dientes poderosos por lo dura; obviamente no es lo que uno esperaría en un restaurante de categoría y debo admitir que estaba tan rica que me la terminé en pocos minutos.
Pocos minutos porque desafortunadamente es muy pequeña. Para ser plato fuerte me parece que le podrían mejorar el tamaño. No fui el único que se sintió comiendo una entrada.
Otro ganador sin duda fue el ceviche (o cebiche) tradicional, que si bien aparece como entrada es posible pedirlo como plato fuerte.
Como el día era joven y el grupo grande decidimos que el postre y el café lo tomaríamos en otra parte, por lo que les debo la reseña respectiva pero si vuelvo lo actualizaré. En promedio el plato es a $25.000 lo que suena poco costoso comparado con Astrid y Gastón o la misma 80 Sillas. Eso si, de volver sería en la noche porque a pesar de lo delicioso los platos le dejan a uno las ganas de más.