A mi esos bichos me parecen bonitos pero no por eso voy a dejar de comerlos; sin embargo probarlo es tarea complicada porque en Bogotá es muy poco ofrecido a pesar de la fama que tiene.
Patito en la piscina de Monet en el zoológico de Denver
Y tiene fama porque se supone que el sabor de la grasa de pato es uno de los más exquisitos o si no que lo diga Blumenthal, chef del mejor restaurante que existe: The Fat Duck.
Mi primer contacto con el pato fue en una cena navideña y me quedó el recuerdo de un sabor muy definido, que si lo vuelvo a probar lo reconoceré como tal, como pato.
Años después fui a China Club, en el Centro Comercial El Retiro y al curiosear la carta vi que un plato destacaba por su precio: el Pato Pekín, y decidí que bien valía la pena intentarlo.
Y tiene fama porque se supone que el sabor de la grasa de pato es uno de los más exquisitos o si no que lo diga Blumenthal, chef del mejor restaurante que existe: The Fat Duck.
Mi primer contacto con el pato fue en una cena navideña y me quedó el recuerdo de un sabor muy definido, que si lo vuelvo a probar lo reconoceré como tal, como pato.
Años después fui a China Club, en el Centro Comercial El Retiro y al curiosear la carta vi que un plato destacaba por su precio: el Pato Pekín, y decidí que bien valía la pena intentarlo.
Bajo la mirada de Mao no solo reconocí aquel sabor de antaño sino que me pareció mucho más sabroso (influiría el inflado precio?). Lo sirven con una salsa magnífica que resalta aún más el sabor, el cual permanece por largo rato.
Después de ese festín no tiene uno ganas de probar otra cosa y la verdad no recuerdo muy bien los demás platos aunque si recuerdo que salí satisfecho y con cara de felicidad por la buena comida.
No falta tampoco la búsqueda del espresso perfecto y el de China Club estuvo rico. Nótese el detalle en la decoración del postre, que era una torre de helados con galleta.
Y como restaurante chino que se respete, dan galleta de la suerte y té al final de la comida. El té estaba delicioso y la galleta muy acertada.
Más adelante les contaré de la segunda experiencia con tan noble animal.
Después de ese festín no tiene uno ganas de probar otra cosa y la verdad no recuerdo muy bien los demás platos aunque si recuerdo que salí satisfecho y con cara de felicidad por la buena comida.
No falta tampoco la búsqueda del espresso perfecto y el de China Club estuvo rico. Nótese el detalle en la decoración del postre, que era una torre de helados con galleta.
Y como restaurante chino que se respete, dan galleta de la suerte y té al final de la comida. El té estaba delicioso y la galleta muy acertada.
Más adelante les contaré de la segunda experiencia con tan noble animal.
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