Hay un video de Sidestepper, Deja, que me gusta porque muestra esa Bogotá que conozco del día a día, su centro con calles no precisamente inmaculadas, ese dejo de soledad que transita por ellas muy temprano o los domingos y esas vistas que se ocultan por siempre estar de afán o tener en la mente la equívoca impresión de que el centro no tiene nada bueno.
Resulta que parte de este video es filmado en el edificio Camacho, donde ahora funciona Punto Theca: un interesante restaurante brasileño de carnes (rodizio que llaman) y que se beneficia por la singular vista que se tiene de la Jimenez desde los ventanales de este bonito lugar.
Punto Theca es atractivo desde su misma configuración, dado lo estrecho que es uno pensaría que no hay mayor capacidad, pero lo que no tienen en área lo aprovechan en altura, no sé si sea el único pero no he visto otro restaurante en Bogotá que cuente con 8 pisos. Claro que los 2 primeros no sé qué función tengan, pues uno llega normalmente al tercero, en ascensor o por la escalera, a la barra de autoservicio.
En esta barra es donde ocurren los problemas, normalmente a la hora del almuerzo la fila es larga y desalentadora, pero a diferencia de otras filas de restaurante, esta se mueve porque es precisamente para ir pidiendo lo que se desea.
Comienza con la barra de ensalada, que es más bien frugal pero con productos frescos; claro, se trata de comer carnes no ensalada y por lo tanto las opciones me parecen más bien adecuadas. Luego está el arroz en diversas preparaciones según el dia, blanco, con coco y la tradicional pega, que no es que se ofrezca en cualquier lado y suele estar muy buena.
Luego viene el acompañamiento, del cual suelo elegir los vegetales salteados porque suelen estar ricos y si hay, frijoles, que los hacen más bien al estilo brasil (y como no).
Lo mejor viene de último, cuando se llega a la parrilla y allí están todos esos cortes sobre el fuego que se ven tan provocativos. Morrillo, Punta, Cadera, Chunchullo, Costillas... en su punto perfecto para los diferentes gustos pues ahi mismo se puede ver si está término medio, bien asado o bien azul la carne. Es cortada en frente del comensal y dan ganas de probarla ahí. La calidad de esa jugosa carne es lo que me hace volver una y otra vez.
Se puede pedir una, dos, tres y hasta cuatro carnes distintas para el almuerzo en precios que van desde 18 hasta los 26 mil pesos. Si ya se quieren más carnes tal vez sea buena idea pagar el servicio de rodizio, en el cual seguirán trayendo carne hasta que el cliente se harte.
Puede parecer poca una sola servida, pero en mi experiencia suele ser suficiente y he llegado a pedir hasta tres carnes, como en la foto.
Para tomar ofrecen jugos y también hay café y postres que no he probado pero se supone que este restaurante es además café y su estilo le permite perfectamente ser visitado para tomar un vino mientras cae la tarde en la Jimenez.
Ahh, uno no tiene que llevar su bandeja a la mesa, para eso cuentan con un buen servicio de camareras que lo guían a uno y se encargan de llevar todo.
Si van lleven cámara, que como dije más arriba, la vista es única y se puede tomar la clásica foto del centro que lejos de resultar monótono me sigue ofreciendo gratas experiencias.
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