Cuando alguien habla de Argentina normalmente salen a relucir los alfajores y si, al menos en Buenos Aires se ven por todas partes, me atrevería a decir que es el postre nacional y cuando tuve la oportunidad de ir me dediqué al noble arte de la cata de alfajores.
Dicen que los más ricos son los Havanna, de hecho tienen tiendas propias hasta en el aeropuerto y son los que uno trae de recuerdo porque si son deliciosos y muy bien presentados.
Pero cuando he hablado con los colombianos que han vivido allá, estos suelen preferir otro: el Jorgito, que no es difícil de encontrar pero se nota que está orientado más al gusto local que al mercado internacional.
La verdad después de un tiempo noté que me atraía más un delicioso Jorgito que un Havanna. El que más me gusta es uno que viene como glaseado, la parte de galleta tiene una textura que se complementa con el dulce de leche, haciendo que cada mordisco se lleve una porción perfecta de las tres partes del alfajor.
Complementado con un café o un buen té, es un postre que merce disfrutarse lentamente, es casi una fiesta en el paladar y gracias a Diana que me trajo una caja, puedo recrear ese sabor a tarde de Buenos Aires unas pocas veces más.
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