La comida cartagenera ha tenido últimamente bastante acogida en el resto del país... supongo que parte del auge es la contribución que hace Leonor Espinoza con su restaurante Leo Cocina y Cava, denominado por la revista Condé Naste Traveller como uno de los mejores del mundo y del cual espero algún día poder hacer su respectiva reseña.
Pero qué mejor forma de descubrir este tipo de cocina que yendo a su lugar de orígen? Obviamente harían falta muchos días para probar lo que Cartagena puede ofrecer y no hay tiempo de ir a todo pero con suerte y algo de búsqueda se pueden encontrar restaurantes bastante representativos.
Tuve la suerte de dar con La Mulata por recomendación de una amiga. Este restaurante, situado en la zona amurallada y sobre la calle Quero tiene un menú bastante interesante, mezcla de tradición y algo de fusión como ellos mismos se denominan.
El menú consta de 4 o 5 platos por cada día de la semana; asi que el lunes, día en que fui, había opciones como la carne en posta o róbalo con calamar. Cada plato viene acompañado de la sopa del dia, en este caso una exquisita sopa de lentejas, cuyo tamaño y sabor me dejó fascinado porque abre el apetito y prepara al comensal para atacar el plato fuerte.
Yo pedí carne a la posta, que tiene una reducción de panela (y en algunas versiones Kola Roman), además de clavos, lo que le da un sabor interesantísimo a la carne, que normalmente es punta de anca. Estaba adornada con ajonjolí e iba acompañada de unos deliciosos cascos de papa fritos, ensalada consistente en julianas de mango, lechuga y tomates con algo de vinagreta y una pirámide del infaltable y exquisito arroz con coco.
El pescado también estaba delicioso (que agradable cuando los compañeros de almuerzo le dejan a uno probar los platos). Noten la presentación... limpia y artística, un buen detalle a tener en cuenta.
Y claro, como esto es Colombia, nada mejor que acompañar el almuerzo con una bebida refrescante. En mi caso me incliné por la limonada de coco y vaya, que buena decisión, porque era generosa, dulce y deliciosa y en forma frappeada para calmar el calor que nos azotaba en este medio día.
Y después de tan apetitoso banquete, lo mejor fue el precio. En Bogotá rara vez se come tan bien y tan barato. La relación precio/calidad hace que este sea un lugar perfecto para almorzar bien y a diario aunque por lo que pude ver, es tan solicitado que si se llega un poco tarde tocará esperar a que haya una mesa disponible. Que agradables sorpresas las que tiene Cartagena.
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