Pocos restaurantes tienen la fuerza de hacerme volver por su constante calidad, aquellos en los que siempre me va bien y por lo tanto son los primeros en la lista cuando tengo algún invitado. Uno de ellos es Armadillo, en la llamada Zona G (Calle 72 con 5a).
Lo descubrí porque a mi mismo me celebraron un cumpleaños allá y vaya si fue buena elección. La carta no es abrumadora y se consiguen platos para todos los gustos. Es por eso que allá llevé a mi madre de cumpleaños, porque no come sino pescado y no quería invitarla a las tradicionales pescaderias capitalinas. El sitio es bonito, confortable y tiene un gran ambiente. No se pierdan este lindo cuadro de.... como no, armadillos:
De entrada un excelente jamón serrano con mango en vinagreta cítrica. Delicioso en su sencillez y contraste y apenas para abrir el apetito.
Luego a lo que vinimos, la carne, que siempre está jugosa sabrosa y sobretodo bien hecha, el término medio es perfecto. Yo la pedí estilo Jalisco, chatas a la brasa con jalapeños y guarnición de puré de papa; qué más clásico que esto?
Mi mamá por supuesto se fue por un exquisito atún rosado a la brasa con salsa de mandarina, que estaba para chuparse los dedos. Lo interesante del sitio es que los platos son más bien generosos y por los precios realmente viene a ser toda una ganga.
De postre la elección fue Cheesecake de frutos rojos, tal vez de las fotos más apetitosas que le he tomado a algo dulce. De solo recordarlo me dan ganas de volver.
Esta vez no hubo cacería al espresso perfecto, asi que es otra excusa para volver. Buena atención, lugar, ambiente y precios, como dije: si tiene invitados es un buen lugar para ir a ojo cerrado.
¿Dónde Almorzamos?
Trabajando en el centro de Bogotá surge la pregunta como cinco veces a la semana; y tiene muchas deliciosas respuestas...
sábado, 1 de septiembre de 2012
sábado, 14 de julio de 2012
La Ruta Comunera
Algunos pueblos de Santander como Socorro, Pinchote o Barichara tienen su lugar en la historia como antecedentes a la revolución contra los españoles que culminaría con la independencia de Colombia.
De especial importancia es el episiodio conocido como La Rebelión de los Comuneros en 1781 el cual se desarrolla en Socorro cuando la valiente Manuela Beltrán rompe los edictos sobre los nuevos impuestos y comienza una revolución que contagia los pueblos vecinos y sus gentes terminan desafiando a la nobleza de la época. Serían traicionados pero su lucha no fue vana pues alimentó la resistencia de nuevas generaciones que a la postre liderarían la enmancipación de España.
Con tan fuerte antecedente histórico se comprende que esta zona de Colombia tiene bastante historia encima y por lo tanto tradición. Adicionalmente su geografía es muy rica y se ha convertido en destino obligado para deportistas extremos que cuentan con muchas opciones como torrentismo, rafting, parapente y espeleología entre otros.
Los Comuneros viajaron de Santander a Bogotá a hacerse oír. Yo viajo de Bogotá a Santander a explorar y por lo tanto es lo que yo llamo la Ruta Comunera, que no es exactamente la que siguieron estos proto-patriotas, pero se le acerca y que incluye a paradas intermedias.
Y no hay exploración completa si no se prueba la cocina. Con sorpresa revisé mis archivos y después de Bogotá es en esta Ruta donde he descubierto verdaderos tesoros gastronómicos que acá comparto, asi que si van viajando a Bucaramanga o incluso hasta la costa, les recomiendo parar y dejarse llevar por ciertos deliciosos manjares.
La primera parada es cerca a Ubaté y en la ruta que de Bogotá va a Barbosa pasando por Chiquinquirá.
La segunda parada ya es en Socorro, para probar un exquisito restaurante de carnes.
A continuación pueden llegar a San Gil y desviarse bien sea a Barichara, destino obligado si se hace turismo, para que prueben esta interesante carne en salsa de hormigas.
O también pueden optar por ir al poco conocido Valle de San José a probar estos exquisitos chorizos en panela.
Entre San Gil y el Valle de San José está la hacienda el Calapo, cuyo café ya hemos probado y seguimos recomendando.
También pueden seguir hacia Bucaramanga y si entran al lindo Parque Nacional Chicamocha les recomiendo tomar el teleférico que comunica a la Mesa de los Santos y comer en Mercagan, un delicioso restaurante de carnes que reseñaré a su tiempo.
Como ven, en la Ruta hay bastantes lugares por conocer, lo agradecerán no solo la vista, también el paladar.
De especial importancia es el episiodio conocido como La Rebelión de los Comuneros en 1781 el cual se desarrolla en Socorro cuando la valiente Manuela Beltrán rompe los edictos sobre los nuevos impuestos y comienza una revolución que contagia los pueblos vecinos y sus gentes terminan desafiando a la nobleza de la época. Serían traicionados pero su lucha no fue vana pues alimentó la resistencia de nuevas generaciones que a la postre liderarían la enmancipación de España.
Con tan fuerte antecedente histórico se comprende que esta zona de Colombia tiene bastante historia encima y por lo tanto tradición. Adicionalmente su geografía es muy rica y se ha convertido en destino obligado para deportistas extremos que cuentan con muchas opciones como torrentismo, rafting, parapente y espeleología entre otros.
Los Comuneros viajaron de Santander a Bogotá a hacerse oír. Yo viajo de Bogotá a Santander a explorar y por lo tanto es lo que yo llamo la Ruta Comunera, que no es exactamente la que siguieron estos proto-patriotas, pero se le acerca y que incluye a paradas intermedias.
Y no hay exploración completa si no se prueba la cocina. Con sorpresa revisé mis archivos y después de Bogotá es en esta Ruta donde he descubierto verdaderos tesoros gastronómicos que acá comparto, asi que si van viajando a Bucaramanga o incluso hasta la costa, les recomiendo parar y dejarse llevar por ciertos deliciosos manjares.
La primera parada es cerca a Ubaté y en la ruta que de Bogotá va a Barbosa pasando por Chiquinquirá.
La segunda parada ya es en Socorro, para probar un exquisito restaurante de carnes.
A continuación pueden llegar a San Gil y desviarse bien sea a Barichara, destino obligado si se hace turismo, para que prueben esta interesante carne en salsa de hormigas.
O también pueden optar por ir al poco conocido Valle de San José a probar estos exquisitos chorizos en panela.
Entre San Gil y el Valle de San José está la hacienda el Calapo, cuyo café ya hemos probado y seguimos recomendando.
También pueden seguir hacia Bucaramanga y si entran al lindo Parque Nacional Chicamocha les recomiendo tomar el teleférico que comunica a la Mesa de los Santos y comer en Mercagan, un delicioso restaurante de carnes que reseñaré a su tiempo.
Como ven, en la Ruta hay bastantes lugares por conocer, lo agradecerán no solo la vista, también el paladar.
sábado, 30 de junio de 2012
Color de Hormiga
De cumpleaños quería ir a este restaurante que ya se estaba tornando en leyenda porque la gente de los alrededores hablan de él como quien relata un mito: "hay un casa en barichara donde sirven platos hechos con hormiga" oí la primera vez, en otra ocasión escuché que "pertenece a Belisario Betancur, que puso un hotel y tiene su restaurante" a la tercera me contaron de un lugar en Barichara que sirve cabrito en salsa de hormiga.
Todo mito está basado en alguna realidad así que armado de paciencia me dediqué a investigar de dónde provenían estos comentarios, de gente que nunca por supuesto había ido. No fue difícil hallarlo en internet y con la información conseguida me dirigí a Barichara, ese hermoso pueblo colonial que no tiene nada que envidiarle a Villa de Leyva. Una vez en el lugar me enteré de que se habían cambiado a una vereda en medio del campo...
Después de meditarlo unos 5 segundos decidí que ya entrado en gastos no perdía nada en tratar de encontrarlo, pues me dieron indicaciones y, afortunadamente, la tarjeta del propietario. Lo llamé y le pedí indicaciones aunque guardaba pocas esperanzas porque ya eran las 4 de la tarde. Después de una breve desorientación y un camino sin pavimentar llegué a este lindo restaurante, que está en medio del campo pero cuya vista permite apreciar parte de Barichara.
Tiene una linda arquitectura y me imagino que la idea de trasladarlo hasta acá pretende darle un toque casi mágico. Espero haya sido buena idea pues encontrarlo aún no es fácil.
Nos recibieron bastante bien y es agradable ver que se esmeran por el cliente. La carta del día no tenía casi opciones, asi que no puedo juzgar aún la variedad. De entrada y con hambre todo sabe bien; me pareció delicioso el pan con mantequilla y un antipasto a base de cebada, apenas para abrir el apetito.
En seguida llegó mi carne en la prometida salsa de hormigas. Debo decir que el aspecto puede resultar apetitoso para unos y para otros no, pues en la mente está presente (por lo menos en la mía) que un insecto en la comida es un accidente más que otra cosa. Sin embargo ya me había atrevido a comer estas hormiguitas en un viaje anterior y descubrí su rico sabor así que el impacto no fue tan grande. Digo esto porque he mostrado la foto y hay gente con reacción negativa.
Como fotógrafo reconozco que es difícil hacer ver apetitosa una carne con hormigas culonas encima... por alguna razón algo opone resistencia visualmente.
Pero, y es un gran pero, su sabor junto con la carne me resultó sumamente agradable, la salsa en gustosa, no tan espesa como la imaginaba y las hormigas van deliciosamente tostadas, dándole una textura interesante al bocado. La carne estaba en buen punto, se nota que saben prepararla. Como complemento sirven una sencilla ensalada y arroz que se moja en la salsa restante y así puede uno dejar el plato limpio si quiere.
Para este plato creo que vendría mejor un vino que una cerveza, pero en el momento no los ofrecían.
De postre había platanito con helado de uchuva, buen remate para una carne que sorprende y que recomiendo a los que les guste probar cosas nuevas. Y claro, espresso, que estaba rico y es el primero que me ofrecen en Santander.
Vale la pena el esfuerzo de buscar el restaurante? mi SI es rotundo, el lugar, la vista, el clima y la comida se conjugan bien y uno sale contento de allí.
Si están por la zona no olviden visitar otros restaurantes de la Ruta Comunera.
Todo mito está basado en alguna realidad así que armado de paciencia me dediqué a investigar de dónde provenían estos comentarios, de gente que nunca por supuesto había ido. No fue difícil hallarlo en internet y con la información conseguida me dirigí a Barichara, ese hermoso pueblo colonial que no tiene nada que envidiarle a Villa de Leyva. Una vez en el lugar me enteré de que se habían cambiado a una vereda en medio del campo...
Después de meditarlo unos 5 segundos decidí que ya entrado en gastos no perdía nada en tratar de encontrarlo, pues me dieron indicaciones y, afortunadamente, la tarjeta del propietario. Lo llamé y le pedí indicaciones aunque guardaba pocas esperanzas porque ya eran las 4 de la tarde. Después de una breve desorientación y un camino sin pavimentar llegué a este lindo restaurante, que está en medio del campo pero cuya vista permite apreciar parte de Barichara.
Tiene una linda arquitectura y me imagino que la idea de trasladarlo hasta acá pretende darle un toque casi mágico. Espero haya sido buena idea pues encontrarlo aún no es fácil.
Nos recibieron bastante bien y es agradable ver que se esmeran por el cliente. La carta del día no tenía casi opciones, asi que no puedo juzgar aún la variedad. De entrada y con hambre todo sabe bien; me pareció delicioso el pan con mantequilla y un antipasto a base de cebada, apenas para abrir el apetito.
En seguida llegó mi carne en la prometida salsa de hormigas. Debo decir que el aspecto puede resultar apetitoso para unos y para otros no, pues en la mente está presente (por lo menos en la mía) que un insecto en la comida es un accidente más que otra cosa. Sin embargo ya me había atrevido a comer estas hormiguitas en un viaje anterior y descubrí su rico sabor así que el impacto no fue tan grande. Digo esto porque he mostrado la foto y hay gente con reacción negativa.
Como fotógrafo reconozco que es difícil hacer ver apetitosa una carne con hormigas culonas encima... por alguna razón algo opone resistencia visualmente.
Pero, y es un gran pero, su sabor junto con la carne me resultó sumamente agradable, la salsa en gustosa, no tan espesa como la imaginaba y las hormigas van deliciosamente tostadas, dándole una textura interesante al bocado. La carne estaba en buen punto, se nota que saben prepararla. Como complemento sirven una sencilla ensalada y arroz que se moja en la salsa restante y así puede uno dejar el plato limpio si quiere.
Para este plato creo que vendría mejor un vino que una cerveza, pero en el momento no los ofrecían.
De postre había platanito con helado de uchuva, buen remate para una carne que sorprende y que recomiendo a los que les guste probar cosas nuevas. Y claro, espresso, que estaba rico y es el primero que me ofrecen en Santander.
Vale la pena el esfuerzo de buscar el restaurante? mi SI es rotundo, el lugar, la vista, el clima y la comida se conjugan bien y uno sale contento de allí.
Si están por la zona no olviden visitar otros restaurantes de la Ruta Comunera.
sábado, 23 de junio de 2012
El Patio
Restaurante digno de una capital gastronómica. Es el único que conozco de Socorro, no sé si sea un patrón recurrente en este pueblo santandereano. Lo que sí sé es que sirven las carnes con maestría, muy bien hechas, muy buenos cortes y con giros de sabor que me resultaron espectaculares, tanto que fui dos veces en menos de una semana.
Queda en la 12 con 12 y cuando uno entra siente que se equivocó porque el restaurante queda en el solar de la casa y no a la entrada como todos los que conocemos. Su diseño es austero y se pensaría que tiene poco de innaugurado pero me contaron que ya lleva 8 años y es de esos secretos que se pasan de boca en boca.
Para amenizar la llegada decidimos comenzar con una deliciosa sangría, bebida refrescante con frutas y vino que cae muy bien con este calor.
De paso pedimos un plátano asado con queso y bocadillo que acá tiene un toque original con ralladura de limón, la cual le da un delicioso contraste al plato.
En seguida llegan las carnes, que es el fuerte del restaurante y tengo entendido que su creador aprendió las técnicas brasileras cuando vivió por allá. Si algo recuerdo de este país es que su carne es tan deliciosa como la de Argentina. Mito o realidad no defrauda al comensal, la carne es muy sabrosa, bien hecha aunque en mi idioma término medio equivale acá a 3/4 y por eso es mejor pedirla así en este restaurante. Lo notable de la carta es que las carnes vienen preparadas en varios toques de sabor, como ahumado o chipotle; al principio creí que serían salsas pero en realidad es la manera de condimentarlas lo que le da ese toque tan gustoso.
Me recomendaron pedir media porción de lomo chipotle y otra media porción de cerdo; ambos estaban muy buenos y con la sangría mejor aún. Vienen acompañados de yuca, que considero deliciosa en su sencillez, apenas para echarle picante o untarla en salsa si existe. También traen ensalada, por si el comensal requiere verduras con urgencia ante tanta carne.
En mi siguiente visita pedí las costillas de cerdo en BBQ, muy buenas en verdad, todo un recomendado aunque mi favorito continúa siendo el lomo en chipotle.
Ya para bajarle a tanta sal, pedimos el matrimonio de arequipe y queso. Me gustó bastante esa "palmera" que hacen para decorarlo y estaba rico y apenas para el café.
No tienen espresso desafortunadamente pero si manejan con orgullo la marca Juan Valdez.
Lo único que no me gustó: que los mosquitos también se alimentan bastante del cliente, recomiendo llevar pantalón largo. De resto, precios razonables y mucha calidad, eso si toca hacer reserva pues suele estar lleno, quién diría. Pero recuerde que es cercano a otros pueblos como San Gil, Barichara y Pinchote que son bastante turísticos, asi que tampoco debe extrañar que la buena mesa se esté tomando esta zona del país.
Si está por la zona no deje de ir a los otros de la Ruta Comunera.
sábado, 2 de junio de 2012
De cocinas y guerras
soldados! pelar los sables...
una vez pelados los sables/
se corta al enemigo en pedacitos/
se vierte hasta la última gota de sangre/
se baten todos bien sobre el fuego de metralla/
y se sirven a la Patria!!... o bien, en el molde.
(Les Luthiers)
Y esta referencia? pues de hace un tiempo para acá y después de leer las crónicas de Bourdain en Kitchen Confidential o ver programas como Hell's Kitchen ahora tengo un mayor respeto y casi que temor por los chefs. Esa dura vida no es para cualquiera y creo que se tienen que poseer casi las mismas cualidades del sargento Hartman en Full Metal Jacket.
La cocina es un campo de batalla, como atestigua el mesón cuando uno termina de hacer un plato medio complicado: tazas apiladas goteando líquidos, platos a punto de quebrarse bajo el peso de los compañeros, frutas y verduras caídas en combate alrededor de la tabla de picar, una sartén que escupe hirviente aceite a la mano que la asedia, huevos que a manera de granadas, explotan si no se tiene cuidado o la guerra química que desata la a veces indomable cebolla y que hacen llorar al más fuerte.
Me pregunto cuántos se meten al negocio por el glamour, por el estrellato que ahora suponen los chefs y que fuera otrora otorgado al cantante de rock y más atrás al estadista como muy bien muestra este artículo de Diego Salazar en El Malpensante.
Fama y bastante han ganado, o quién podría esperar hace 10 o 20 años pagar para ir a una conferencia de un chef como si de un concierto se tratara (acá una descripción de la conferencia de Bourdain en Bogotá)
Disfruto mucho artículos de y sobre estos personajes que en cierta forma se merecen su cliché entre neuróticos y apasionados, como Gastón Acurio a cuyo restaurante no debería dejar de ir un amante de la buena mesa. O las interesantes historias que a veces escribe la chef Margarita Bernal en su blog
Fui uno de los que de verdad sintió con pesar cuando Ferrán Adrià cerró el Bulli, qué foodie no habría querido ir; afortunadamente la lista se renueva y hoy es Noma el que ocupa el primer lugar. Pero fíjense cómo entra en la categoría de leyenda y probablemente la gente seguirá hablando un buen tiempo sobre un restaurante que pocos probaron. Tal es la fuerza que ha adquirido el mundo culinario al día de hoy y que se viene gestando desde hace un par de siglos; para la muestra este perfil de Antonin Carême, padre de la cocina francesa.
No sé que seguirá, han intentado mitificar a los barman sin tanto éxito pero esta década que pasó y tal vez la que continúa pertenezcan a los chefs. Muestra de eso son películas como No Reservations o la divertida Ratatouille. Pero no hay fama completa si esta no se somete a la sátira y eso precisamente hacen los creadores de South Park en el episodio Crême Fraiche, o los mismos Simpsons en el episodio The Food Wife donde a la vez también nos tocan a aquellos que escribimos sobre esto (el blog del capítulo se llama The Three Mouthketeers). El servicio de meseros tampoco se queda incólume.
Dirán que la buena cocina es amor, si, es amor pero el amor en cada plato también deja su cuota de sangre, no es amor dulce e idílico, puede ser a veces pasional, enfermizo e incluso autodestructivo (recordemos el suicidio de Vatel). Y como bien nos recuerda Bourdain, tal vez el peor ejemplar de dueño de restaurante es precisamente el que lo hace por amor, pues es el que más rápido se quiebra.
La cocina, por tanto, no es un mundo para cualquiera, no es nada fácil llevar el negocio y como dijimos al principio, es toda una guerra donde o se vence o se muere, pero rara vez nos encontraremos ante una tregua, puede que nuestros sentimientos perdonen pero nuestros estómagos no y por eso, aquel que los conquiste también se lleva una parte de nuestro corazón y, como no, la gloria que le corresponde.
domingo, 25 de marzo de 2012
Hamburguesas ayer y hoy
Interesante comparación entre la hamburguesa que vendían hace 50 años y la de hoy en Estados Unidos... entiende uno mejor los problemas de obesidad en el mundo desarrollado.
Fuente: Centers for Disease Control and Prevention
Y pensar que es uno de mis platos favoritos. Afortunadamente acá en Colombia aún no sirven esos tamaños de gaseosa ni se ha impuesto el refill, aunque no tardan.
Fuente: Centers for Disease Control and Prevention
Y pensar que es uno de mis platos favoritos. Afortunadamente acá en Colombia aún no sirven esos tamaños de gaseosa ni se ha impuesto el refill, aunque no tardan.
domingo, 18 de marzo de 2012
Andrés D.C.
El infaltable Andrés Carne de Res, no lo había querido reseñar. No por que me caiga mal sino por la dificultad que entraña querer reseñar un restaurante que más que eso es una experiencia. Les recomiendo la reseña que hace Ronald Schneider en sus aventuras gastronómicas Bogotá Divina, es un fiel retrato de lo que significa comer allá.
Para mi Andrés está atado a comer en familia, sobretodo con mi hermana y cuando podemos vamos a Chía pero hay ocasiones en las que el tiempo acosa y toca conformarse con buscar en Bogotá. Temía que Andrés D.C. en el Centro Comercial El Retiro en plena Zona Rosa de Bogotá fuera una pálida imitación del original pero para mi sorpresa conserva la misma experiencia, aunque un poco diferente.
Lo más interesante es ver que se divide entre varios pisos que a una manera casi dantesca reciben nombres como Cielo, Infierno Tierra o Purgatorio (Andrés dice que él no lo inventó sino los comensales).
La carta es gigantesca, pero cada quién tiene sus favoritos. Con mi hermana nunca dejamos pasar el exquisito maduro relleno de jalea de guayaba y queso; es todo un manjar.
También solemos pedir las papitas criollas, piedra angular de la gastronomía colombiana y que acompañadas con picante resultan sabrosas.
Picante rojo, casero y chimichurri para la carne, los tres deliciosos aunque a veces les falla el casero.
Mi favorito suele ser el Filet Mignon, termino medio con una deliciosa tocineta alrededor y salsa de champiñones, acompañado de ese inigualable tomate relleno de puré de papa y que lo complementa espectacularmente.
Y de tomar? aunque el plato merece un vino con mi hermana solemos pedir el delicioso y refrescante refajo, a la vieja usanza: 2 de aguila, 2 de colombiana y una copita de aguardiente. Si no lo han probado así, no se han tomado un verdadero refajo.
De postre una cuajada con melao que bastante grande si era y con todas estas calorías encima, la sonrisa de habernos dado un festín y con el resto de domingo para hacer la siesta, salimos de Andrés D.C. una vez más, encantados.
Para mi Andrés está atado a comer en familia, sobretodo con mi hermana y cuando podemos vamos a Chía pero hay ocasiones en las que el tiempo acosa y toca conformarse con buscar en Bogotá. Temía que Andrés D.C. en el Centro Comercial El Retiro en plena Zona Rosa de Bogotá fuera una pálida imitación del original pero para mi sorpresa conserva la misma experiencia, aunque un poco diferente.
Lo más interesante es ver que se divide entre varios pisos que a una manera casi dantesca reciben nombres como Cielo, Infierno Tierra o Purgatorio (Andrés dice que él no lo inventó sino los comensales).
La carta es gigantesca, pero cada quién tiene sus favoritos. Con mi hermana nunca dejamos pasar el exquisito maduro relleno de jalea de guayaba y queso; es todo un manjar.
También solemos pedir las papitas criollas, piedra angular de la gastronomía colombiana y que acompañadas con picante resultan sabrosas.
Picante rojo, casero y chimichurri para la carne, los tres deliciosos aunque a veces les falla el casero.
Mi favorito suele ser el Filet Mignon, termino medio con una deliciosa tocineta alrededor y salsa de champiñones, acompañado de ese inigualable tomate relleno de puré de papa y que lo complementa espectacularmente.
Y de tomar? aunque el plato merece un vino con mi hermana solemos pedir el delicioso y refrescante refajo, a la vieja usanza: 2 de aguila, 2 de colombiana y una copita de aguardiente. Si no lo han probado así, no se han tomado un verdadero refajo.
De postre una cuajada con melao que bastante grande si era y con todas estas calorías encima, la sonrisa de habernos dado un festín y con el resto de domingo para hacer la siesta, salimos de Andrés D.C. una vez más, encantados.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)